'Uf! esto que es?'
Todo el mundo nos había hablado de la comodidad de viajar en bus por Chile, pero la verdad, Andrea y a mi se nos hizo un viaje muy largo y pesado. Creo recordar que son unas siete horas de Concepción a Santiago pero los asientos del maldito bus no ayudaron mucho y la película 'Spiderman' tampoco es que me apasione. Aún así, recorrimos la mitad central y parte de la sur de este país de variedades, de glaciares y desiertos, de orden y desorden, de cemento y de selva. Al fin, y casi a las 21;00h llegamos a la terminal de buses de Concepción: capital de la octava región, la del BÍO-BÍO (nos contaron que bio-bio era el nombre que recibía alguna corriente de agua o algo así en los ríos de ésta región, y que los mapuches o indígenas había atribuido al fluido del agua esta palabra que se repite tanto por esta zona).
Solo bajar del bus conocimos a una chica de Concepción, se llamaba Alma (recuerdo el nombre porque me encanta) y nos indicó más o menos dónde caía el hostal que habíamos cogido para un par de noches mientras buscábamos casa. El hostal se llamaba "La Família" y está situado en C/Freire número 1527 aproximadamente. El hostal más tarde quedaría apodado por nosotros dos como "El hostal maldito" y la mujer que la regentaba sería "La monster". Ya os podéis imaginar por qué. Nuestra cara al ver Concepción de noche fue de impresión. Veníamos de Santiago de Chile una capital de país con aires europeos y con similitudes a lo que nosotros habíamos visto en nuestro país de origen. Pero un bus cualquiera, de un día cualquiera nos hizo aterrizar a una ciudad que parecía mucho más 'sudamericana', la típica ciudad que uno se imagina cuando piensa en sudamérica y sus peligros. Sólo bajar del bus nos advirtieron que cuidado no nos asaltasen y que no fuésemos solos andando de noche por la ciudad. Minutos después, el taxista nos dijo que cuidado no nos asaltasen, que no era muy seguro. Nosotros ya estábamos nerviosos y acabábamos de llegar a nuestra ciudad, dónde por suerte o por desgracia, teníamos que vivir.
El hostal al principio nos dio muy mala impresión (http://residenciallafamilia.cl/) porque al llamar a la puerta por primera vez, un chico con aspecto de toxicómano nos dijo que entrásemos, y Andrea y yo con la 'paranoia' en la cabeza nos esperamos en la puerta, pensando que nos iban atracar o algo por el estilo. Minutos más tarde salió la mujer que regenta el local, y que al final resultó ser muy agradable y nos hizo un descuento por quedarnos más noches. El precio era de unos 13€ por persona/noche.
Estábamos aturdidos, mucha información en pocas horas, y yo aún respiraba hondo por haber recuperado mi cámara en Santiago de Chile, pero de repente, cuando dejamos las maletas en la habitación del 'hostal maldito' un UALA UALA UALA salió de mi boca y Andrea empezó a reírse porque ya sabía que algo pasaba...
'Una de bambas, por favor!'
Sí, yo llevaba mi maleta de 24kg en la mano izquierda, mi cámara de fotos en mi hombro derecho, mi mochila de mano de 10kg a la espalda, pero me faltaba algo... me faltaba una bolsa con los dos pares de zapatos que había traído para mi estancia en Chile. No tenía más, solo esos dos pares de bambas y los que llevaba puestos (los que colaboraron hacerme correr como un loco por medio la ciudad y ayudaron a recuperar a mi cámara secuestrada en el hostal).
Vale, ahora tenía otra misión, recuperar una bolsa que había dejado en el maletero de un puñetero bus de ruta Santiago-Concepción. No podía ser, este viaje me iba a dejar sin pertenencias. Creo que la mezcla de dormidina mezclada con un orfidal surgieron efectos negativos en mi cabeza. Empezaba ahora otra operación rescate, la segunda ya de mi viaje, ahora por 4 zapatillas.
Aún así, nos fuimos a dormir temprano, no salimos del hotel y cenamos unos flipinos (y eso que estábamos muertos de hambre) pero el barrio no nos inspiraba nada de confianza, así que decidimos irnos a dormir y empezar a ver las cosas algo distintas en nuestro primer amanecer en Concepción...
"Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos."
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