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domingo, 7 de abril de 2013

Continuando la Ruta hacia el Sur (Isla de Chiloé)


Ancud fue fundada en 1768 y tiene una extensión de 1.752km2, fue una de las ciudades que más padeció destrozos en el terremoto de 1960 y tuvo que ser reconstruida en su mayor parte. Si se visita puede verse que es un lugar bastante poblado y con mucho movimiento de gente entre sus calles, aunque su especial atractivo es la zona litoral con sus viejos barcos atracados en la orilla. 

Mar, montaña, azul y verde
Las gaviotas son elemento muy característico de la zona

Barcos pesqueros de Ancud
Barcos pesqueros de Ancud
En Ancud encontramos un hostal donde nos atendieron como en casa, se llama Hostal Belén y es muy recomendable instalarse allí si te vas a quedar unos días. Negociando el precio puedes llegar a un buen acuerdo, a nosotros nos lo dejó por 8.500 pesos la noche, con desayuno y buen trato en el servicio. Nos encontramos tan bien allí que quedamos esa misma noche con el dueño del hostal, el señor Domingo Concha, para ver el partido de fútbol entre Chile y Perú (lástima que perdiera Chile) y después de unas cervezas con él nos fuimos a descansar, aun nos quedaba mucho por conocer.

A día siguiente encontramos a un hombre que por 5.000 pesos cada uno nos llevaba al Monumento Natural Islotes de Puñihuil, a 28km de Ancud, un área protegida por el Estado de Chile donde se encuentran las famosas pingüineras en las que, cogiendo una barca, puedes rodear los islotes vírgenes en pleno océano Pacífico y ver dos razas de pingüinos, los pingüinos de Magallanes (componen un 80% del total) y de Humboldt (un 20%). Estos grupos de aves marinas acuden a la zona entre los meses de septiembre y marzo para reproducirse; al tratarse de dos especies en peligro de extinción, la fundación alemana Otway se encarga de la protección de los islotes prohibiendo el desembarque en éstos. Como nosotros acudimos ya a finales de marzo solo tuvimos la oportunidad de ver a los últimos pingüinos que quedaban, pero aun así la excursión y las vistas del mar con los islotes valen mucho la pena. 

Islotes de Puñihuil 



Zona de pescadores en la bahía justo enfrente de los islotes

Abunda en las costas de Chile un alga comestible llamada Cochayuyo, formó parte de los recursos alimenticios de los antiguos indígenas mapuches y se utilizaba como tinte para las telas; hoy por hoy forma parte de la gastronomía chilena. La verdad es que no tiene muy buen aspecto ni entran ganas de probarla pero tiene una belleza bastante peculiar.

Alga parda Cochayuyo

Cochayuyo a orillas del océano Pacífico
Y por fin, con cámara en mano y unos graciosos chalecos naranjas, nos subimos a la barca de madera que nos mostraría a los pingüinos, los lobos marinos y los muchos cormoranes que habitan en la zona.


Comenzamos el tour...

"Por si acaso" nos quedamos tirados en medio del mar
Islote
Llamada Piedra del Oso


Mar y más mar

Cuesta de ver pero ¡por fin vimos a dos pingüinos Humboldt!


Fue una lástima solo poder ver a unos pocos pingüinos; teniendo en cuenta que llegamos en la última época de su apareamiento ya fue una suerte poder encontrarlos. Tomando el Sol estaban dos de raza Humboldt, grises con la barriga blanca. Más adelante pudimos ver un lobo marino descansando entre las rocas, tres buitres rondando la zona y varios cormoranes extendiendo sus alas. Te hacen un tour de unos 15 minutos en el que te explican las características de la fauna y la flora de los islotes; una muy buena experiencia. Para poder realizar esta aventura, desde Ancud salen unos autobuses económicos que te llevan esta hermosa playa, el único inconveniente es que salen a las 6:45h; también esta la opción de coger los Taxi Tour por un valor de 20.000 pesos. A nosotros no nos salió tan mal, no madrugamos tanto pero en el precio nos entraba ida, vuelta y circuito en la barca así que no estaba nada mal.
Ya de vuelta con el coche paramos en un mirador donde podía verse desde lo alto la Playa Brava; espectacular vista, ¿o no es así?

Playa Brava

Albert y yo con sonrisa de oreja a oreja

Que no falte la bandera de este bonito país
Una vez en Ancud nos fuimos a pasear por las calles para ver el arte urbano, elementos históricos y una de las plazas, dicen, más inusitadas de América Latina, donde los lugareños tienen afición por jugar al futbolín...

Yo subida en las últimas fortificaciones españolas datadas en el año 1570 

Plaza central de Ancud


Arte urbano
Muros que hablan...
y muestran estilo
Caminando más tarde por la costa encontramos a una buena mujer que nos enseñó una parte de la ciudad un poco alejada; contaba que cada día se levantaba a las 8 de la mañana y hacía el mismo recorrido, desde el centro hasta su casa. Vivía sola, con dos perros que le hacían mucha compañía, Blanco y Copito de Nieve. La acompañamos hasta su casa y nos quedamos un poco sorprendidos por las circunstancias en las que vivía, sin agua ni luz y con bastante caos dentro del hogar.

Caminaba lento y de vez en cuando cogía algún cartón que encontraba

La casa de la buena mujer, acompañada de su fiel amigo
Zona de viviendas con menos poder adquisitivo
Una vez la dejamos en su casa regresamos hacia el centro...



Y para no perder costumbre nos tomamos un buen té viendo la puesta de Sol...


Y a descansar, que al día siguiente nos dirigíamos a Castro, capital de la Isla de Chiloé.



¿Habéis pensado alguna vez en la filosofía que surge cuando uno está viajando? 
No es una filosofía convencional o aprendida en la escuela si no que es TU filosofía; ¿qué es por tanto la filosofía de uno? La filosofía que surge cuando uno está viajando puede ser la clave de la comprensión. 


Continuará...









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